viernes, 12 de mayo de 2017

¿De qué manera influye nuestro nombre en nuestro destino?


Cada día millones de futuros padres se desenvuelven con la tarea de ponerle un nombre a sus retoños… En algunos casos, la decisión la tienen bastante clara desde el principio, pero en la mayoría de ocasiones, los primerizos padres pueden no decidirse hasta el último instante. Al fin y al cabo, se trata de un aspecto muy importante de nuestra vida, el cual será por así decirlo, nuestra carta de presentación durante toda nuestra existencia. Por este motivo, hemos decidido plantearnos: ¿Hasta qué punto y en qué medida influye nuestro nombre en nuestro destino?


Es sabido por todos, que ciertos nombres provocan una reacción mayor que otros, sobre todo en edades tempranas. Los niños pueden llegar a ser muy crueles y por eso los padres, suelen pensar no solo en el nombre que les gustaría ponerle a sus hijos, sino también en qué derivaciones podría tener este y en cómo quedaría junto a los apellidos.
Hasta aquí, un proceso bastante lógico, pero... y si supiéramos que nuestro nombre influye en más cosas, que en una posible broma escolar.


A lo largo de los últimos años se han realizado multitud de estudios al respecto. Todos han concluido, que nuestro nombre nos condiciona más de lo que pensamos, ya que es lo que realmente nos otorga una identidad y con ello también entidad. Más allá de lo cotidiano, nuestro nombre aporta muchas pistas sobre nuestra procedencia étnica y el entorno social al que pertenecemos. Lamentablemente, no siempre se trata de un aspecto positivo…


Como ejemplo, se puede mencionar un estudio llamado “Are Emily and Greg more employable than Lakisha and Jamal?”, realizado en 2003 por los profesores de la Harvard University, Marianne Bertrand y Sendhil Mullainathan. Mandaron aproximadamente 5.000 currículos, en respuesta a anuncios publicados en los periódicos de Boston y Chicago. Calificaciones y aptitudes eran casi idénticas, pero los investigadores fueron intercalando nombres característicos de la comunidad afroamericana y de la blanca. El resultado fue bastante esclarecedor y es que, el número de aspirantes llamados para acudir a una entrevista presencial, era un 50% mayor, entre los candidatos con nombres típicos de la comunidad blanca. Tristemente se comprobó como aún hoy en día sigue existiendo una discriminación racial, consciente o inconsciente, bastante intensa. Algo que solamente nos puede perjudicar, como se evidencia en este  caso concreto, ya que se reducían las posibilidades de contratar a la persona más idónea para el puesto.


No obstante, se ha comprado que la elección de un nombre tiene grandes consecuencias, las cuales todavía menos evidentes. Otro experimento realizado por Leif Nelson y Joseph Simons, profesores de la Universidad de Pensilvania, reveló que nuestro nombre tiene un efecto involuntario e inmediato en la manera que los demás nos perciben. Concluyó que los postgraduados con las iniciales C y D tenían un promedio de calificaciones ligeramente más bajo, que los estudiantes con las iniciales A y B, entre otras teorías…


Podríamos estar enumerando estudios infinitamente, pero se han determinado ciertos ámbitos clave, en los que más nos puede llegar a influir nuestro nombre.
Existe una clara relación entre nuestro nombre y la profesión que escogemos. Dependiendo de cual sea, nos decantaremos por una carrera u otra e incluso, por el tipo de formación que estudiaremos.
También en el amor nos veremos condicionados. Se ha comprado que las mujeres cuyo nombre contenga vocales curvas (“a”/ ”o”), resultan más atractivas y en el caso de los hombres, al contrario. Aquellos que tengan nombres con vocales como “e” ó “i”, se mostraran más atrayentes.
Por último, se ha descubierto que el éxito a su vez está estrechamente relacionado con nuestra denominación. En Reino Unido por ejemplo se averiguó, que personas llamadas James o Elisabeth, eran los que más triunfaban en la vida, mientras que un John ó una Helen los que menos.


Nos queda bastante claro, que el nombre que elijamos para nuestros hijos, no solo será la vía de identificación que tendrá el mundo para con ellos, sino que también guiará su destino, para bien o para mal... Por eso debe ser una decisión muy meditada y no debe tomarse, hasta estar totalmente seguros.
De todas formas, en España, sólo entre el 8 y 10% de los padres se arrepienten del nombre que le han puesto a sus hijos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario