lunes, 6 de marzo de 2017

La gatoterapia, un tratamiento antiestrés con tu felino

La gatoterapia es un tratamiento tradicional contra los síntomas del estrés, la ansiedad y el bajo estado de ánimo con la ayuda de gatos domésticos. La utilización de este tipo de terapia basado en la compañía que proveen estos pequeños felinos domésticos puede ayudar a mejorar la salud física y mental y la calidad de vida en general, a través de la interacción amistosa entre el gato y la persona.

Ya en tiempos ancestrales, el ser humano ha encontrado en ciertas especies animales una buena dosis de compañía y afecto. Los orígenes de la especie, o por lo menos sus primeros reportes científicos, se sitúan en el sur de Egipto en el año 3000 aC. En esos tiempos lejanos, los gatos ya gozaban de una gran consideración, hasta el punto de que los humanos les otorgaban una categoría de divinidad.

El gato es un animal muy autónomo, como ocurre con el resto de felinos. Su vínculo con los dueños de la casa se fundamenta en una especie de pacto de respeto mutuo. La compañía de un gato, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de psicofármacos, contribuye a lograr buenos niveles de relajación sin el efecto secundario de perder el contacto con la realidad o ciertas cotas de conciencia. Acariciar un gato puede reducir el estrés, así como disminuir el nivel de presión sanguínea y la frecuencia de latidos del corazón.

Por su parte, el ronroneo característico del gato (sonido que emite el felino cuando está cómodo y seguro) tiene un efecto positivo en el estado de ánimo de las personas, fomentando el buen humor y proporcionando confianza y seguridad. Las señales de afecto que el gato nos proporciona también tienen un efecto positivo en nuestra psique, ayudando a enfermos convalecientes a salir adelante de su situación gracias a su simple presencia.

En los Estados Unidos, varios estudios revelaron que los pacientes aquejados de cardiopatía reportaron una progresión mejor y más rápida si convivían con un felino, incrementando así el porcentaje de supervivencia un año después de haber padecido un episodio agudo como por ejemplo, un infarto (Friedmann y Thomas, 1995).

Las personas que viven con gatos en casa tienen una probabilidad más baja de fallecer a causa de un infarto. Esta fue la conclusión a la que llegaron varios investigadores liderados por A. Baun de la Nursing Research. En el caso de la convivencia con perros, no se reportó el mismo efecto protector, posiblemente debido a los cuidados diarios que requieren los canes: los dueños de perros estuvieron en probabilidades cercanas a la media.

Bibliografia y mas información: